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Diablito del Cabildo de Salta

La veleta  que flamea en lo alto de la torre del Cabildo de Salta representa un pequeño ser, un duende según el saber popular, que desde allí parece hacerse presente en toda la vida de la ciudad, como un fisgón, un indiscreto entrometido en la vida de todos. Se lo debe observar detenidamente, levantando la vista, para no pasar inadvertido y se lo verá ahí en la altura tomado de un asta, risueño, ágil y juguetón.
Es un protagonista clásico e indisoluble de los aconteceres cotidianos salteños así decía el agudo observador de hechos, situaciones y personajes lugareños, como lo fue el recordado Cuchi Leguizamón quien afirmaba que en todo estaba presente y en todo se hacía sentir esa figura representada ahí por un pequeño ser vestido de un modo llamativo como un antiguo paje cortesano con una antorcha o una flor en su mano derecha, quizás una flor de lis, la otra tomado del mástil que lo sostiene y los pies en posición de baile saltarín y que algunos llaman el diablito de Salta. Lo de diablito debe interpretarse por las travesuras constantes que comete pero creo es más propio y acertado nombrarlo como el duende salteño. 
Y su primer travesura habrá sido confundir al arquitecto constructor del Cabildo salteño que dejó a la torre descentrada con respecto al edificio y además, si bien se observa se verá que, los arcos de la planta superior no se corresponden con los de la planta baja por lo que parece que los arcos superiores bailan sobre los inferiores. Abajo actualmente hay catorce arcos y arriba se completa con quince y ¡medio!, para llegar hasta el final de la construcción en un esfuerzo métrico arquitectónico. En la última refacción ese medio se rellenó engrosando la última columna para salvar tal desquicio.
Según cuentan los historiadores en esa torre antiguamente había un reloj. Alguien parece dispuso llevarlo a la torre de la Catedral del otro lado de la plaza 9 de julio y restaurar ese pequeño demonio sacado antes de su lugar por otras manos. Sabia decisión tomó ese funcionario público en llevar a un lugar santo un aparato que mide el tiempo de las personas marcando seriedad y mesura a las conductas humanas y reemplazarlo, del otro lado de la plaza, por ese ser díscolo y revoltoso siempre dispuesto a perturbar y trastornar todo.
El Cuchi decía que este duende andaba encontrando y desencontrando a la gente, a las señoras de antes les hacía cortar la leche al hervirla, al caminante distraído tropezar con una baldosa y agriarle el vino a los que no lo compartían. Y cuando andaba queriendo enamorar, bailando era temible, sobre todo en carnaval.
Quizás este duende haya dado a la ciudad esa virtud de inventar una serie de personajes que entre cuentos, versos y música proporcionaron una fisonomía particular a su naturaleza artística y la ubicaron como centro poético musical de la canción popular de aquellos tiempos.
Texto tomado de: "El misterio del diablito del cabildo de Salta" Fuente: Néstor Guestrin/ DelSurMúsica. 
Y la veleta del diablito aparece en este blog.

No se sabe que punto cardinal indica la veleta. Salta. Argentina

En este cabildo. Salta. Argentina

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